jueves, 11 de diciembre de 2008

MERRY CHRISTAMS CAPULLOS





Queridos lectores: como bien saben se acercan las fiestas, fechas tan propensas al amor fraternal y a todo tipo de enfermedades venéreas. Asi que como primer consejo del día les sugiero envolverse el regalito antes de ir a ensartar a las pascueritas y pascueritos, (también va para ustedes guarros, que de seguro están pensando en ensartar a capela a los renos y posiblemente también a los enanos) la madrugada de noche buena y si eres fémina, exigirle al intento de semental que se envuelva el adminículo en alusa plas. Ahora, si lo que te gusta son las navidades extremas, aplícale tu misma una capa de esas largas velas rojas sobre el cipote, para así protegerte y eliminar de cuajo esas indeseables enfermedades y todo tipo de amiguillos como ladiñas, pidulles y alimañas, que de seguro tu macho carga en su frondoso matorral, o árbolito de pascua. Piénsalo así, el muy care raja se pasa 364 días intentando tirarte los espermios en la cara o en la boca ¿No es justo que por un día tu le cubras de esperma ese lapiz de leño venido a plumón, ese poodle toy venido a grandané? Tal como todos los años he recibido un particular saludo de Noche Buena, cuyo autor esta vez lo ha extendido para ustedes, mis queridos discípulos y lectores. Sin alterar su contenido paso a exponerlo y un poco más arriba les adjunto las dos últimas fotografías tomadas a su creador. Una en su último trabajo conocido, como Reno Psicodélico en la Plaza Puente Alto y la otra, extraída de las páginas sociales de la Revista Caras, en la fiesta organizada por Mery Rose Mcgill para reunir a la cream de la cream de la socialité santiaguina. Sin más, se despide vuestro gurú y personal trainner, el Doctor Juan Lapollatiesa.

MERRY CHRISTMAS CAPULLOOOOOOS:

El asunto es simple. Se acercan las fiestas. Vas a abrazar al perro y hasta el perro te ofrece un combinado y cuando menos lo piensas se acabó la fiesta y estás abrazado a la taza del water antes de salir a perderte en las calles como un poseído, como un maldito reno de nariz roja expulsado de la manada.
El asunto es simple. Se acercan las fiestas y los nervios, los cables de tu sistema eléctrico, comienzan a fallar.
Suena el teléfono:
- Aló.
- Hola, soy el copete. Te estoy llamando porque...
Cuelgas el teléfono y huyes, pero no hay donde huir. Atraviesas el jardín y ves a la abuela envuelta en una desteñida musculosa de Guns and Roses cantando himnos irlandeses con una petaca de whisky en la mano. Sales a la calle y en todas las esquinas el alcohol se te ofrece, como la más fácil de las rameras. Botillerías, gigantografía en tres D, cervezas sudorosas que te observan desde las alturas pidiendo ser tomadas: la ciudad como una botella nauseabunda. Tapas tus ojos para no ver y caes, ruedas por las calles pidiendo ser ajusticiado, pero sabes que aparte de mirarte con ojos de mal bicho, ninguno de esos malditos abstemios te va a dar el tiro de gracia, que sólo uno como tú puede hacerlo.
Sueñas y tiritas ¡Cómo tiritas¡ Sueñas que a tu mujer la penetra un negro con la verga de treinta y cinco centímetros. La oyes chillar y corress en su auxilio, pero su mirada inyectada en sangre te detiene. Tu mujer no quiere ser rescatada. Sueñas con hombres apuñalando a otros hombres, con hombres lamiendo puñales negros de treinta y cinco centímetros que rasgan sus lenguas y garganta, que eyaculan litros de cola de mono mientras cantan villancicos.
El asunto es simple: se acercan las fiestas y no quieres saber nada del Viejo Pascuero, ese gordo cabrón venido desde el Polo Norte a joderte la vida, a obligarte a gastar dinero que no tienes en regalos que no quieres dar, a cambio de regalos que no te interesa recibir, y sin saber cómo, terminas con un par de calcetines con rombos y un marco de fotos en la mano. Con un pedazo de pan de pascua duro en la boca que perfectamente podría ser una verga por lo mal que te sabe.
El asunto es simple: si sobrevives a las putas fiestas tienes 364 días para descansar, para echar a remojar los nervios antes de que el Gordo Cabrón ese vuelva a joderte la vida.


2 comentarios:

Lic. Chochita Maleza dijo...

Estimado, en realidad, ya querido Dr. Lapolladura:
Me conmueve profundamente (¡Ay esa palabra!)su tragedia. Tiene usted toda la razón: no se puede transitar por esta ciudad sin que cada dos pasos no se encuentre una con ofrecimientos a caerse al litro. Así es como nos convierten en carne de Mall, en obedientes y aburridos compradores de toda clase de pacotillas innecesarias. Puedo sentir la desesperación que lo embarga ante acoso tan despiadado, y por eso yo, la Licenciada Chochita, he decidido ofrecerle mi ayuda. Así es Dr. ¿Quién dijo que todo está podrido? Yo vengo a ofrecer (le) mi bodegón. Le invito a sumergirse en sus profundidades, pero no encontrará aquí ningún licor. Más bien hallará usted veneno, uno que le aseguro le sabrá más dulce que la propia miel y le hará inmune a la petaca de la abueli y las malvadas gigantografías. Lo único que debe hacer usted para obtenerlo es brindarme un poco de generosidad. Si Dr., lo único que pido a cambio es el acceso libre y sin restricciones (por el tiempo que dure nuestra alianza de ayuda mutua)a todas la protuberancias, salientes, apéndices y hasta forúnculos que tenga usted en su traqueteado cuerpo. Es decir, que cada vez que oiga usted un "présteme la tula un ratito Dr" o un "páseme la lengüita por acá" o un "sóbeme la callampota por acuyá" no se me arrugue usted, no se me achique y corra presto a cumplir su parte del acuerdo.
¿Hay trato Dr.?
Esperando su respuesta, hecha una sopa,
Lic. Chochita Maleza.

Anónimo dijo...

Querida Licensiada Chochita Maleza: ya imagino los selváticos parajes que me esperan en su entrepiernas y de sólo pensarlo me vuelvo el peor de los Tarzanes, el Tigre de su Maleza. No recibía tamaña invitación navideña desde que Rodolfo el Reno me invitó a sobarle el cuerno en los camarines cuando fue a visitarnos junto a Santa al Internado de Niños A 44 de Chiguayante. Cada protubernacia, cada error geográfico, cada centímetro de este cada vez más tieso bastón de carne navideña, cada colmena de alimañas de mi traqueteada humanidad es vuestra. Se despide, con los cojones henchidos de espíritu navideño, vuestro, Doctor Juan Lapollatiesísima.